De como viajamos por los Andes venezolanos. Parte I: Trujillo

Afortunadamente he podido visitar buena parte de mi país, Venezuela. Los Andes, sin duda alguna es uno de los paisajes naturales más lindos que he visto. 



En Enero del 2012 emprendimos un viaje al occidente del país, que comprendía Trujillo y Mérida. Lo mejor que hicimos mi esposo y yo fue reservar con anterioridad los servicios del Programa Los Andes Tropicales. Es una fundación con un propósito hermoso, en la cual buscan conservar los paisajes naturales mediante la inserción de la población local en actividades eco-turísticas, sin alejarlos de sus tradiciones. Se especializan en zonas del campo, ¡una belleza de experiencia! (Sólo apto para los que les gusta el turismo rural). Sus loables proyectos se desarrollan en Venezuela, Argentina y Bolivia. 




Salimos muy temprano de Valencia vía Barquisimeto, llegamos casi al medio día al estado Trujillo. Hicimos primero la parada más popular: El monumento a la Virgen de la Paz, que está en la cima de una montaña llamada Peña de la Vírgen, donde se apareció en 1,950. Es la imagen de la Vírgen María más grande del mundo hecha de concreto, con casi 47 metros de altura es tan grande como la Estatua de la Libertad en Nueva York y el Cristo Redentor en Brazil. Por dentro del monumento hay escaleras y se puede subir hasta la altura de la cintura y luego por una escalera más angosta hasta a los ojos, donde se tiene una vista de toda Trujillo y dicen que con un cielo despejado se puede ver el lago de Maracaibo. Ya cuando bajamos, pasamos por la capital del estado, pero no nos detuvimos. 



Luego nos fuimos a Boconó por la vía de La Plazuela, visitamos su plaza Bolívar y la Laguna de los Cedros, convertido sus alrededores en un parque recreaciones. En Boconó también visitamos el Museo Trapiche de "Los Clavo" (de la familia Clavo), a mí me gustó mucho porque es justamente un trapiche colonial convertido en un museo, con unos jardínes lindísimos y lleno de obras de arte nacional. 

En Boconó pernoctamos una noche para seguir al día siguiente por los pueblos andinos y llegar hasta Niquitao, donde nos quedaríamos dos noches.
 
Nuestro objetivo en Trujillo era llegar a Niquitao. Es un pueblo andino perdido en el tiempo, con sus casas coloridas de techos rojos, calles angostas y su infaltable Plaza Bolívar. Desde acá empezamos con la fundación de Los Andes Tropicales. La particularidad de éste programa es que sus posadas adscritas son casas de locales acondicionadas para alojar a viajeros de la red de  MUCUPOSADAS, además si quieres pides incluir la comida (que es local) y recorridos, con un costo adicional, claro. La casa donde nos quedamos se llama El Refugio del Caminante.





Aunque Niquitao es un pueblo pequeño, hay varias cosas que hacer. La Teta de Niquitao: wao... es la montaña más alta del estado Trujillo con 4006 msnm. Queríamos conquistar esa cumbre por nuestra cuenta, pero tristemente no pudimos en ése viaje por un desperfecto en el vehículo. Lo más curioso es que en un segundo viaje volvimos con la intención de subir, llegamos mucho más arriba que la vez anterior, estando entre neblina y páramo, pero sin llegar a la cumbre. Puedes subir en carro 4x4 hasta cierto punto y luego se camina hasta la cumbre. Los Andes Tropicales tienen éste tour también, así como rutas del café. 


Otra sitio por el que puedes pasar es el Monumento a la Batalla de Niquitao. Allí se encuentran sólo los bustos de los póceres, pero debes ir al Museo Tradicional de Niquitao para que conozcas con detalle la historia de la batalla en ése lugar, y así le encontrarás sentido a tan importante lugar. La batalla de Niquitao formó parte de la Campaña Admirable y allí un grupo de patriotas sorprendieron a los realistas desde las escarpadas montañas, logrando la victoria. Los realistas superaban en números y armas a los patriotas.

En Niquitao también fuimos a las pailas, que es un conjunto de pequeñas cascadas en el río formadas por la erosión del agua sobre unas piedras grandes que se socavaron en forma de pailas. Hay que caminar como 35 minutos y pasar zonas de ganadería y agricultura.  Es una caminata agradable.








En Trujillo y Mérida existe una creencia en los duendes de los páramos, llamados Momoyes (Momoy, en singular). Se dice que son seres pequeños con barba y sombrero, que habitan en los bosques. Se les considera buenos y traviesos, pero no les gusta que las personas hagan ruidos, lancen piedras a los ríos o dejen sucio un lugar. La verdad es que no me llegué a percatar de alguno, pero no pongo en duda de su existencia.

De Trujillo seguimos por los hermosos paisajes de montaña y pueblos andinos de Las Mesitas, La Mesa de Esnujaque hasta llegar al estado Mérida. 




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